7 hábitos que parecen inofensivos, pero están arruinando tu salud mental

Descubre los 7 hábitos cotidianos que parecen inofensivos pero están afectando tu salud mental. El #4 lo hacemos casi todos. ¿Te identificas?
7 hábitos que afectan tu salud mental

Durante mucho tiempo me sentía agotada mentalmente sin razón aparente. Dormía bien, comía más o menos saludable y no tenía grandes problemas… pero algo no estaba bien. Me costaba concentrarme, reaccionaba mal a cosas pequeñas y, lo peor, vivía con una sensación constante de “vacío” aunque todo estaba “en orden”.

No fue hasta que empecé a observar mis rutinas diarias que entendí el problema: eran pequeños hábitos, casi invisibles, que drenaban mi energía emocional sin que me diera cuenta. Cosas que parecen normales —incluso inofensivas—, pero que, repetidas todos los días, tienen un impacto directo en tu salud mental.

En este artículo te comparto los 7 hábitos más comunes que he identificado (y que muchos seguimos haciendo sin saber el daño que causan). ¿Estás listo para ver si tú también los haces?

Hábito 1: Revisar el celular apenas te despiertas

Durante años, lo primero que hacía al abrir los ojos era buscar mi celular. Y lo justificaba con frases como: “solo voy a mirar la hora” o “a ver si pasó algo importante”. Pero lo que realmente estaba haciendo era lanzar mi mente al caos desde el primer minuto del día.

Revisar el celular apenas despiertas activa el modo reactivo de tu cerebro: notificaciones, correos, noticias negativas, redes sociales… Todo eso te saca de tu centro antes siquiera de respirar profundo. Es como abrir una ventana y dejar que entre una tormenta antes de ordenar tu casa mental.

¿La alternativa? Empezar el día contigo. Aunque sean solo 5 minutos sin pantalla: estírate, respira, agradece algo. Tu salud mental te lo va a agradecer más que cualquier scroll matutino.

Hábito 2: Decir que “sí” a todo (aunque no quieras)

Durante mucho tiempo, confundí ser buena persona con complacer a todo el mundo. Decía que sí a favores, reuniones, salidas, incluso cuando por dentro lo único que quería era descansar o simplemente estar sola. Me sentía culpable si decía que no… como si estuviera fallándole a los demás.

Lo que no entendía en ese momento es que cada vez que dices “sí” para no incomodar a otros, te estás diciendo “no” a ti misma. Poco a poco empecé a sentirme agotada, resentida, e incluso perdida, porque estaba viviendo según las expectativas ajenas, no las mías.

Poner límites no te hace egoísta. Te hace responsable de tu bienestar. Aprender a decir “no” con amor fue uno de los actos más sanadores que he practicado para cuidar mi salud mental.

Hábito 3: Comer mientras ves contenido estresante

Lo hacía todo el tiempo: ponía videos de noticias, realities o incluso TikToks polémicos mientras comía. Era mi “tiempo para mí”… o eso creía. Hasta que un día, sin darme cuenta, terminé el almuerzo con un nudo en el estómago y la mente corriendo como si hubiera estado en una discusión.

Resulta que tu sistema digestivo está estrechamente conectado con tu sistema nervioso, y lo que consumes con los ojos y oídos también afecta cómo procesas los alimentos. Según un estudio publicado en Psychosomatic Medicine, el estrés percibido durante las comidas puede alterar la digestión y la absorción de nutrientes, generando inflamación y malestar digestivo.

Además, si el contenido es negativo o demasiado estimulante, tu cerebro lo interpreta como una amenaza, liberando cortisol justo cuando deberías estar en un estado de relajación.

¿Mi solución? Comer en silencio, con música suave o con un video que me haga reír o me inspire. La diferencia en cómo me siento después es abismal.

Hábito 4: Postergar tu autocuidado “para después”

Esta era mi excusa favorita: “Cuando tenga tiempo, me inscribo en yoga”. “Cuando esté menos estresada, me tomaré un día libre”. Pero ese “después” nunca llegaba. La realidad es que postergar el autocuidado es una forma silenciosa de abandono personal.

No se trata solo de ir al spa o hacer journaling. Se trata de darte lo que necesitas sin sentir culpa. Y eso incluye descansar, comer bien, poner límites, pedir ayuda. No tienes que estar al borde del colapso para merecer cuidarte.

La psicóloga y escritora Nedra Glover Tawwab, experta en límites y salud mental, lo dice claramente:

“No pospongas lo que necesitas. Posponer el autocuidado es una forma de autosabotaje”

Desde que entendí eso, empecé a priorizarme como parte de mi rutina, no como un premio al final del caos.

Hábito 5: Compararte con otros en redes sociales

Era un hábito automático: abría Instagram y sin darme cuenta ya estaba comparando mi vida con la de otras personas. Su cuerpo, sus viajes, sus logros. Y aunque lo sabía racionalmente —que todo está editado, que solo muestran lo mejor—, eso no impedía que me sintiera menos.

La comparación constante genera un tipo de estrés silencioso pero acumulativo. Según un estudio de la Universidad de Copenhague, el uso pasivo de redes sociales (como mirar sin interactuar) se asocia con un mayor riesgo de depresión y baja autoestima, especialmente en mujeres jóvenes. El estudio sugiere incluso tomar “pausas de Facebook” como estrategia para mejorar el bienestar.

Lo más peligroso de este hábito es que te desconecta de tu propia vida. Dejas de ver tus avances, tus momentos valiosos, por estar midiendo tu valor con reglas que ni siquiera son reales.

Mi regla ahora: si una cuenta me hace sentir peor conmigo misma (aunque sea sutil), dejo de seguirla. La salud mental también se protege con el botón de “dejar de seguir”.

Hábito 6: No descansar aunque estés agotada

Una vez me sorprendí diciendo “estoy cansada, pero no he hecho nada hoy”. Y ahí entendí algo muy profundo: no tienes que ganarte el descanso con productividad. Estar viva, tener una mente que no para, gestionar emociones, preocuparte por otros… también cansa.

Vivimos en una cultura que glorifica el estar ocupada. Si no estás haciendo algo “útil”, parece que estás perdiendo el tiempo. Pero ese ritmo constante de exigencia es insostenible. El burnout emocional no solo afecta a quienes tienen mil tareas; también lo viven quienes no se permiten parar nunca.

La psiquiatra Anna Lembke, profesora en la Universidad de Stanford, explica que el descanso no es opcional, sino un regulador biológico necesario:

“Descansar no es debilidad. Es una forma inteligente de mantener el equilibrio emocional y prevenir crisis futuras.”
Dopamine Nation, Anna Lembke

Descansar no te hace menos valiosa. Te ayuda a reconectar contigo misma y con lo que de verdad importa.

Hábito 7: Llenarte de tareas para no sentir

Hubo una época en la que mi calendario no tenía espacios en blanco. Reuniones, cursos, favores, proyectos… y aunque decía que me gustaba “ser productiva”, en el fondo me estaba anestesiando con ocupación.

Llenarte de cosas por hacer puede parecer admirable desde fuera, pero muchas veces es un mecanismo de evasión. Es más fácil enfocarse en una lista interminable de pendientes que sentarse en silencio a escuchar lo que sientes.

La psicóloga Brené Brown, conocida por sus estudios sobre vulnerabilidad, lo explica así:

“Estar ocupados se ha convertido en un símbolo de estatus emocional. Pero muchas veces es solo una forma elegante de decir: estoy evitando sentir.”
Brené Brown, The Gifts of Imperfection

Yo también tenía miedo del silencio. Pero aprendí que sentir no me destruye. Me libera. Dejar espacios en blanco en tu vida no es perder el tiempo, es empezar a habitarte de verdad.

No es flojera, es fatiga emocional

Quizás no estás roto (a). Ni desmotivado (a). Ni “demasiado sensible”.
Quizás solo estás agotado de cargar con hábitos que nadie te enseñó a cuestionar.

Muchas veces creemos que la salud mental se rompe por grandes eventos, pero lo cierto es que también se erosiona con pequeñas decisiones diarias. Decisiones que parecen normales, porque todo el mundo las hace. Pero lo común no siempre es lo sano.

No se trata de volverte perfecta o perfecto, ni de eliminar todo de golpe. Se trata de empezar con conciencia. De elegirte más seguido. De escucharte antes de reaccionar.

Si llegaste hasta aquí, te lo mereces: un respiro, un “no” sin culpa, una pausa sin justificación.

¿Y tú? ¿Con cuál de estos hábitos te sentiste más identificada o identificado?
Cuéntamelo en los comentarios o compártelo con alguien que también necesite leer esto. 💛

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Suscríbete al boletín